
23 Feb La Habana ciudad de contrastes
Cuba baila con ritmos coloniales en el corazón de La Habana
El primer despertar en La Habana no me trae buenas sensaciones. Todavía con el jet lag, decidimos salir a pasear para tomar un primer contacto hasta la hora del desayuno.
La gente nos saludaba por la calle e incluso se dirigían a nosotros por nuestros nombres. ¿Cómo podía ser?. Muy fácil, el primer buenos días, vino acompañado de unas preguntas que no sé cómo se fueron transmitiendo y fue el principio de un intento de timo.
Nos dieron un paseo en taxi por rincones de la ciudad que seguramente no habríamos visitado. No habían turistas, ni mucha gente en general y vimos una Cuba todavía más abandonaba y derruida. Por suerte, todo quedó ahí, en tan sólo un intento. La picardía, es algo que también dejó de recuerdo el pueblo español en esta peculiar isla.Ya abandonado el primer encontronazo, es momento de descubrir por libre la ciudad.
Una Habana con edificios de aire colonial desgastados por el tiempo y antiguos coches americanos, un tanto descuidados o mejor dicho remendados por tantos años que llevan a cuestas de circulación por sus calles, hacen de La Habana y de Cuba su sello más universal. Eso sí, no hay que olvidarse el mojito, los puros ni el ron. El edificio Bacardi, el Museo del Ron Havana Club con música en directo o la Bodeguita del Medio, que tanto visitó Ernest Hemingway durante sus años de estancia en Cuba.
Si hay un lugar de encuentro para los cubanos ese es el malecón. Aquí se reúnen al caer la tarde para contarse sus historias, es el lugar desde donde se lanzan al mar a pescar o en busca de nuevas oportunidades, es el lugar desde donde soñaban que todo un día cambiará y ese día llegó.
La Habana vieja es la parte más impresionante de toda la ciudad, no te la puedes perder. Viviendas de ennegrecidos colores, descascarilladas, con oscuras entradas, contrastan con el blanco y las llamativas tonalidades de edificios y plazas rehabilitados. La música cubana resuena por diferentes rincones y bares de la ciudad. Son el alma de Cuba y de sus gentes.
La Plaza de Armas, la plaza colonial más antigua de la Habana. Es interesante pasear entre su mercadillo y comprar alguno de los libros deslucidos que venden. La Plaza de San Francisco, ubicada al lado del puerto, de la lonja y el museo del ron, con el Caballero de París merodeando la puerta de su iglesia.
La Plaza de la Catedral, transitada por la belleza de su catedral y a la vez lugar de recreo para tomar algo en sus agradables terrazas.
La Plaza Vieja, una plaza porticada de vivo colorido y con pasado militar.
La calle del Obispo, llena de restaurantes y bares, entre ellos La Floridita, cuna del daiquiri, tiendas y turistas da buena muestra de ello. Difiere con la vida de miles de cubanos, ricos en esencia y pobres en el aprovisionamiento de productos básicos para su vida diaria de la que dependen gracias al abastecimiento que les otorga su libreta de racionamiento.
Si os gusta el ballet, en el Gran Teatro de la Habana, podréis disfrutar de las representaciones del Ballet Nacional de Cuba. Si no es así, la belleza de su edificio no os dejará indiferentes.
Un poco más adelante encontraréis El capitolio. Una pizca de EEUU cubano.
Los castillos y fortalezas militares son otro must de La Habana. Castillo de la Real Fuerza, la primera fortificación de la ciudad. El Castillo del Morro o la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña a la que se accede en un transbordador y desde la cual al final de cada día con una estudiada representación de los antiguos colonizadores, se dispara el famoso cañonazo que avisaba del cierre de la ciudad.
No dejes de visitar la Plaza de la Revolución. No posee un atractivo especial, es más el significado simbólico que tiene para el pueblo cubano. Desde El revolucionario Ché, hasta los discursos de Castro.
La Habana es una mezcla de esencias y contrastes. Sus gentes, su ritmo, edificios desconchados y a la vez elegantes y coloridos. Es el alma de un Caribe deseoso de ser liberado.
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