
16 Nov Katmandú, Caos y Amor. Parte 1
Algo que descubrimos al llegar a Katmandú y cada vez que tomamos un taxi, es que el tráfico es horrible y es una ciudad altamente caótica. A la vez, ese mismo caos de calles sin pavimentar, llenas de piedras y socavones, repleta de millones de personas, tiene un encanto especial. Cada minuto que pasas en esta ciudad, te va conquistando más y más profundamente.
Índice
Enamorándonos de la ciudad
Su enmarañado cableado, sus seis millones de habitantes, sus vivarachos colores, sus tradiciones, la mezcla de religiones, hindú y budista con una convivencia armoniosa y la veneración a casi tres millones de dioses a los que rezan a diario hacen del pueblo nepalí algo especial.
Para moverte por Katmandú, lo mejor es hacerlo en taxi, previa negociación de tarifa, por supuesto.
Empezamos a descubrir Katmandú
Nosotros empezamos a explorar Katmandú por la estupa de Swayambhunath. Rodeada de monos, típicas velas de mantequilla, vendedores y más de doscientos escalones colina arriba.
El blanco del cuerpo, símbolo de la tierra, junto con el dorado de su cabeza y los ojos de Buda alegorías de la sabiduría y la comprensión, observando a sus fieles desde los cuatro puntos cardinales resultan arrebatadores.
Los trece anillos que lo coronan, corresponden a los conocimientos que vas adquiriendo como budista hasta alcanzar la cima, el nirvana.
Por supuesto no pueden faltar las banderas de plegaria con las oraciones del budismo, los mantras. Símbolo representativo de esta zona asiática, Nepal, Bhutan o Tíbet, país del que son originarias.
La gente camina alrededor de ella en el sentido de las agujas del reloj, mientras hace girar el mané o praying wheel y reza sus oraciones.
Muy cerquita de la estupa Swayambhunath calle abajo están las esculturas de los tres grandes budas.
La vaca, al igual que en India, es un animal sagrado. Las encuentras paseando o reposando por la carretera con el peligro de ser atropelladas. ¡Y más en una ciudad como Katmandú!
¿Qué hay de los edificios de la Plaza Durbar?
Otro de los imprescindibles es la Plaza Durbar de Katmandú.
Sólo para pasear por ella, hay que abonar una entrada de 1.000 NPR por persona y colgarte el cartelito, si no quieres que la policía te llame la atención.
A pesar del terremoto de abril de 2015 que se llevó gran parte de edificios, todavía quedan muchos en pie y otros que están reconstruyendo poco a poco.
Del viejo templo hippie de la plaza no quedan más que los escombros y unas fotos en recuerdo de cómo fue.
El antiguo palacio de estilo europeo está deshabitado y muchos de los edificios que sobreviven a su alrededor continúan apuntalados, pero conservan su vetusto encanto.
Aquí vivía la familia real nepalí antes de trasladarse a la que fue su última residencia donde todos sus miembros fueron asesinados.
En la plaza pasamos al Palacio Kumari a ver si se asomaba al balcón la pequeña diosa Kumari. La pequeña niña, seleccionada tras pasar una gran cantidad de pruebas en su minoría, podrá habitarlo hasta que tenga aproximadamente doce años o se convierta en mujer. Momento este en que ésta será reemplazada por una nueva pequeña diosa.
Lo mejor de Katmandú es pasear por sus calles y observar a sus gentes. Unos de rasgos chinos, otros de aspecto hindú, todos vestidos con intensos colores y de fondo el sonido de las campanas llamando a los dioses.
Callejeando llegamos hasta el mercado Thamel. Un embrollado de calles, llenas de gente, motos, rickshaws y un cableado eléctrico difícil de descifrar si se presenta una urgencia.
La vida sigue en Katmandú, pero los turistas escasean. ¡Es una pena! Porque sus gentes son encantadoras y el turismo es una importante fuente de ingresos para un país como Nepal.
Aeropuerto:
El aeropuerto internacional de Katmandú, no es muy grande.
A la llegada tienes que rellenar la documentación para el visado en unas máquinas que hay en la entrada a la terminal del aeropuerto.
Para estancias de 15 días, el coste es de 25$.
Justo al lado hay una oficina de cambio de divisas. Lo mejor cambia lo imprescindible, resto, casas de cambio o bancos de Katmandú con mejor tasa de cambio de divisa.
Si necesitas hacer una llamada a un número local nepalí, que no sea móvil, hay disponibles dos teléfonos de uso gratuito.
Hasta este punto, la cola funciona más o menos bien, pero para llegar a la cinta de equipajes se forma una cola increíble, ¡Ármate de paciencia!. Hay que pasar un control de escáner abarrotado.
Yo estaba un poco preocupada por el equipaje que estaría dando vueltas por la cinta y preguntándose dónde estaríamos. Pero mi mayor sorpresa, fue la seguridad. Antes de salir del aeropuerto tienes que mostrar que las etiquetas de tu equipaje corresponden con las del equipaje que has cogido, para evitar robos. ¡Superb!
Justo antes de salir hay una oficina de turismo y taxi prepago con tarificación por zonas de la ciudad. Fuera del aeropuerto hay más taxis con los que regatear. Nosotros optamos por el del precio pactado y no nos pareció nada caro, 700 NPR (rupias nepalíes) hasta Thamel.
Barrio turístico, repleto de vida con gran cantidad de alojamientos, restauración y miles de tiendas de todo tipo entre todas sus callejuelas.
Tan sólo 7 km hasta Thamel desde el aeropuerto y 45 minutos en coche. El tráfico es de escándalo en Katmandú. ¡No te asustes! ¡Eso es Katmandú y te enamorarás!
Sin comentarios