
26 Oct Islandia: Conociendo el Suroeste Parte 2
Hoy es un día lluvioso en Islandia. Me hubiese gustado hacer la ruta Skógar-Pórsmörk, conocida como la ruta Fimmvörduháls, pero el pequeño de Visado para Tres, no está por la labor de andar bajo esta intensa lluvia, por lo que decidimos emprender camino hacia el Círculo Dorado.
El conocido como Círculo Dorado, está formado por una ruta turística compuesta por la cascada Gullfoss, Geysir y el Parque Nacional de Pingvellir. Mucha gente hace este recorrido en un día desde la capital, Reikiavik. Nosotros hemos decidido diseccionarla y pasar la noche en una casa próxima a Selfoss.
Si hay una zona turística por excelencia es ésta junto a la Blue Lagoon. Toda la gente que no hemos encontrado en nuestro recorrido por Islandia, está aquí reunida.
Zona de parking de pago, tiendas y un vaivén de autobuses turísticos.
La inmensidad de Gullfoss, te deja con la boca abierta. Una doble catarata saltando entre las paredes del cañón y el arco iris enmarcando la postal de las cataratas doradas. La zona donde verla mejor es el sendero de la parte de abajo.
Estuvimos paseando, observándola desde sus diferentes ángulos “accesibles”, hay que ser prudentes con las indicaciones marcadas y no saltárselas, y sin duda es la más majestuosa que hemos encontrado en este viaje.
Al llegar a Geysir el chorro de agua nos dio la bienvenida. Fue tal la excitación que causó en el pequeño al verlo, que salió corriendo cámara en mano a tomar sus fotos el primero mientras esperaba la siguiente expulsión.
El resto, de diferentes tamaños, incluido el mismísimo Geysir, al que la mano del hombre acabó con su explosividad acuática, forman parte de un paisaje de tierras humeantes de tonos dorados y rojizos.
Hoy en día, el géiser Stokkur es el protagonista y no hay que esperar mucho para que repita la gran expulsión. Otras veces salen 2 ó 3 expulsiones seguidas de menor tamaño.
Si te aproximas al agujero, puedes identificar cuándo va a suceder. Es como una gran olla a presión. El agua empieza a hervir, se va moviendo y de pronto…, ¡boom! una gran burbuja de agua, de tono azul intenso y brillante estalla, proyectando su gran chorro de agua caliente con olor a azufre en busca de su salida hacia el cielo.
Sin duda, vale la pena verlo, ¡y resulta hasta un tanto adictivo¡ Otra, otra…
Recorrimos en coche la zona de Pjórsárdalur. Un bonito paisaje de extensos campos de lava y el río más largo de Islandia, el Pjórsá como compañero.
A lo largo de la carretera hay varios desvíos, nosotros tomamos el de Hjálparfoss. Una bonita cascada escondida, con doble caída, el arco iris y la ilusión óptica de una montaña en forma de rinoceronte.
Tranquila y solitaria, tiene mucho encanto y merece la pena hacer un alto en el camino.
La intención era continuar hasta Háifoss, pero unos lugareños nos advirtieron de la peligrosidad del trayecto en esos momentos y decidimos dar la vuelta.
La carretera de regreso por lo alto de la montaña nos ofreció un paisaje lunar de campos de lava en tonos dorados y negros con pequeños montículos.
Nada más bajar la montaña y todavía embelesados, encontramos otro paraje dorado, abrigado bajo la montaña y con el fondo de una cascada. Se trata de Pjódveldisbaerinn.
La reconstrucción de una antigua granja vikinga que estaba situada en Stöng y que el volcán Hekla enterró en el año 1104.
¡Parece sacado de un cuento de Hansel y Grettel!.
Una de aspecto claro, romántico, dulce, más infantil o de aire aniñado y la otra casa con una puerta negra, tosca de estilo vikingo cien por cien.
Su visita sólo es posible en los meses de verano, pero ¿a quién no le apetece ser protagonista del escenario de un cuento por unos instantes?.
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