
10 Oct Islandia: Conociendo el Suroeste Parte 1
Nuevo día, nueva ruta, nuevo hotel. Nos dirigimos hasta Skógar, en el Suroeste de Islandia. Vamos a dormir al lado de la cascada Skógafoss, pero hasta llegar a ella hemos hecho altos en el camino.
Primera parada, la antigua granja de Keldur. Un pequeño punto de descanso donde los tejados todavía se conservan cubiertos de paja. Éste fue el primer sitio donde las encontramos, aunque hay otros puntos a lo largo del camino donde también se pueden ver.
En la carretera que va desde Hvolsvöllur hacia Skógar, la cascada Seljalandsfoss es la siguiente parada. Desde la carretera ya ves la impresionante caída, por lo que es difícil que te la saltes.
Una gran cascada que puedes fotografiar y rodear por un camino de piedras y una pasarela. Imprescindible botas y chubasquero, sí o sí. Bajo el riesgo de quedar completamente empapado.
A su lado hay otra cascada, que puedes observar desde abajo. Islandia está llena de cascadas por cualquier rincón. Pero para mí, la joya de esa zona es la cascada Gljúfurárbui.
El sendero de unos 500 metros de distancia te lleva hasta la cascada oculta en el interior de las rocas.
Con cuidado y pisando en las piedras que sobresalían un poco más, hemos podido acceder a su interior.
Allí, un baño de pequeñas y millones de gotas, la sensación de notar el agua sobre nuestro cuerpo, la luz asomando entre las rocas, intentando abrirse paso sobre el escenario que representa la devastadora fuerza del agua, es una sensación indescriptible. Absoluta desconexión del mundo.
Una vez llegados a este punto, ya todo queda muy cerca.
En la ruta de Skógar a Vík, encuentras la cascada Skógafoss, siguiendo la carretera a mano izquierda, la salida de la lengua glaciar Sólheimajökull. Un poco más adelante a mano derecha el parking y sendero para Sólheimasandur. Otra vez la misma carretera a la derecha, la salida de Dyrhólaey y al final la playa de Reynisfjara.
La Playa de Reynisfjara, con sus columnas basálticas y las rocas de Reynisdrangur, antiguos troles de las leyendas islandesas.
En el camino de vuelta hemos ido hasta Dyrhólaey. El promontorio al que se puede ascender con el mismo coche, ofrece unas espectaculares vistas del entorno. Acantilado a un lado, la playa de Reynisfjara al otro y delante el famoso arco de la playa Dyrhólaey.
A escasísimos minutos, la lengua glaciar Sólheimajökull. El coche lo dejas en la zona de parking y continuas el trayecto por un camino a pie de fácil acceso hasta la zona de prohibido el paso, a no ser que vayas con expertos para adentrarte en el terreno.
También para los amantes de la historia de la aeronáutica, se puede ver el fuselaje del avión militar estadounidense estrellado sobre la arena negra de la playa de Sólheimasandur en 1973.
Desde la zona de parking, hemos empezado a caminar pensando que estaría relativamente cerca, pero el camino cada vez lo veíamos más lejos. ¿Dónde estaba la playa? ¿Y la arena con los restos del fuselaje?
Tras una hora caminando llegamos hasta los restos del avión castigado por el paso del tiempo anclado sobre la arena.
¡Sí, lo conseguimos! Ahora sólo queda regresar a por el coche y rapidito porque ya es de noche y no hay farolas por las calles.
El Suroeste de Islandia tiene muchas más zonas que recorrer. Esas las dejamos para otro día. ¡Síguenos ¡
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