
11 May Exploramos la Península de Snaefellsnes
¿Sabes cuál es una de las 25 maravillas naturales del mundo y que además se encuentra en Islandia? Seguro que sí. Uno de sus iconos internacionales es sin duda, la Blue Lagoon.
Un paraíso de propiedades geotermales, situado en un campo de lava, con un ambiente místico entre azul celeste y blanco silíceo, que bien se podría comparar con un resort todo incluido del Caribe. Pulserita, barra de bebidas y barra de mascarilla de silíceo y algas, junto con un puñado de turistas dentro y fuera del agua.
Así pasamos parte del día de ayer, en nuestras primeras horas en Islandia. Ahora, relajados, empezamos el recorrido por la Península de Snaefellsnes, en la zona Oeste de Islandia. Lugar donde Julio Verne nos descubrió el Viaje al Centro de la Tierra.
Un trayecto de algo más de dos horas, separan la capital, Reikiavik, de la Península de Snaefellsnes por un túnel submarino de 6 km de longitud y 1000 coronas de peaje, a la altura de Borgarnes.
Empezamos la ruta circular por la zona norte.
Stykkishólmur, es un precioso pueblo pesquero que en días claros, como el de hoy, te ofrece una vista espectacular de los islotes deshabitados de alrededor.
Majestuosas montañas blancas y una larga carretera en óptimas condiciones transitables con miradores donde aparcar a tomar fotografías.
Un espectacular paisaje que nos empieza a dejar boquiabiertos. De pronto, ahí está, Kirkufell, la montaña más fotografiada de Islandia y frente a ella, Kirkufellfoss. Ambas se encuentran en la población de Grundarfjördur, repleta de caídas de cascadas de diferentes dimensiones.
Si vas leyendo carteles, descubres que el islandés no es tan complicado y que hay muchas palabras fáciles de intuir su significado.
Sufijos que se repiten con frecuencia
Foss, significa cascada.
Ssandur, arena.
Jökull, glaciar.
Un horizonte inhóspito y un pequeño desvío a mano derecha de la carretera, nos informa que llegamos a Saxhöll.
El ascenso a la boca del cráter de 109 metros de altura por una pasarela continua de pequeños escalones, es relativamente sencillo. De no ser, por el fortísimo viento que nos empujaba con tal virulencia, que nos veíamos volar por encima de los campos de lava.
En general, los carteles de las carreteras, no son especialmente grandes y en malas condiciones meteorológicas puedes hasta no verlos, por lo que hay que estar muy atento a los desvíos.
Para dirigirte a las playas de Dritvík y Djúpalónssandur, tienes que coger la salida de Djúpalón. Ambas playas están juntas.
La bajante del camino a la playa de Djúpalónssandur resulta de lo más atractivo. Playa de arena negra y piedras, junto a los restos de metal protegidos pertenecientes a una antigua trainera inglesa hundida.
Los farallones de roca, cercanos a la playa, forman parte de las creencias en trolls muy arraigadas en la cultura islandesa.
Desde la rocosa bahía de Hellnar, sale un sendero de 2,5 km hasta Arnarstapi con bonitas vistas.
La última parada de hoy, estaba reservada para el pequeño de Visado para tres. La playa de Ytri-Tunga, conocida por la asistencia de focas.
No pudimos verlas relajadas sobre la arena, pero disfrutamos de algunos ejemplares jugando en el agua y con eso se contentó.
¡Mañana más!
Sin comentarios